Pedazo de estruendo
Por, Luis Alberto Nina
Tengo algunas amigas que… si no las mando a callar, ponen a uno a millón. ¡Exquisita y brillante ésta, la que les presento ahora! Una mujer entera, de los pies a los hombros, porque cuando se trata de la intensidad de su rostro, dice, ¡apártate! Y, para definirme mejor, ella esboza lo que pueden llegar a simbolizar los besos por ése a quien se ama.
Mi poema, que es muy parecido a su aventura y sin ella saber que existía éste, es titulado: «Tus besos». Y lo que ha hecho esta caballera de tal apostura llena de esmero, es que lo ha triturado. Primero mi «Tus besos» y luego su fascinación:
Tus besos
Nunca fui un hombre de besos, sólo de aliento
hasta que te conocí y me encontré con ellos
hasta que sus tantas sonrisas revelaran
de qué eran capaces y de qué estaban hechos.
Desde entonces soy un hombre de besos
y también soy un hombre de anhelos.
Besarte no sólo sería besarlos a ellos
sino que sería enredarme en su aliento
en su voz, en su romance, en sus gestos
sería besarle el alma a todo tu cuerpo.
Dime tú, ¿cómo no me interesan tus besos?
Ahora, su aventura
«A mí nunca me gustaron más que sus besos. Para mí, besar no era tan pasional, era más como una obligación de la pasión, pero una vez llegué a pensar que con sus besos me bastaba, con los de Él, aún no pudiera tocarme. No entiendo por qué sus besos me extasean tanto, su boca me sube la libido y me provoca besarle de todas las maneras en que la mente pueda imaginar, su lengua me hace desear que no termine el momento; y al final, diré que sólo me gustan sus besos, no ha existido hasta ahora otro hombre a quien desee más en ese sentido. Si Él me besa, me desarma».
¡Chanfles, pero esta mujer es una torturante, un íntimo Pedazo de estruendo!
Fuente (fotos)